domingo, 22 de abril de 2012

15/04/2012 || Sin azúcar no hay té


Aunque estamos en Semana Santa (una semana retrasados respecto al resto del mundo), no lo voy a contar ahora y lo dejaré para la siguiente ocasión, pues voy algo retrasado compartiendo mis vivencias...


En primer lugar quiero hablar de la lluvia, pues me hace especial ilusión ya que antes de volver a España prácticamente no la había visto por aquí y porque nunca había experimentado una lluvia tan intensa. Puede estar prácticamente todo el día haciendo bueno, y como si fuera bochorno, al final del día empieza a caer un chaparrón que con sólo dos segundos estás completamente calado.

Lo interesante es por la noche, cuando estás en la habitación, justo debajo del tejado de “Uralita” (no sé cómo llamarlo en genérico), y oyes cómo la tromba de agua genera diferentes sonidos dependiendo de la intensidad. Un amigo de Costa Rica ya me había comentado esto, pues allí también tienen el tejado así, pero cuando me decía que era una gozada no me lo terminaba de creer (pensaba que sería un poco molesto). Pues es cierto que es un sonido interesante. Cuando la lluvia es fuerte el sonido es similar a estar en una de esas cuevas que se forman en el interior de una cascada. Varios días me he quedado dormido apaciblemente con este sonido (mucho mejor que el sonido de las ratas caminando por el tejado, dónde va a parar). Los días en que la lluvia es más intensa, el sonido cambia y parece que estuvieras literalmente debajo de la cascada y todo el agua te estuviera cayendo encima. Me encanta cuando llueve fuera y tu estás dentro de algún sitio cubierto y calentito, notando la humedad pero protegido (no tengo muy claro si los que tienen casas más modestas pueden decir lo mismo… también he estado meditando esa parte, porque seguro que muchos tienen goteras importantes). También he de decir que me gustan las tormentas, pues supongo que a alguien que no le guste, lluvia torrencial acompañada de truenos y relámpagos, por muy bonito que lo pinte, no será agradable. De hecho hubo una noche que paró de llover, y empezó de nuevo, tan de repente y tan intenso, que pareció un golpe en el tejado, y todos nos despertamos con el estruendo.


Otra cosa de que me he cuestionado estos días (un poco a raíz de la lluvia) es el tema del alcantarillado. Obviamente ya me había fijado previamente que no existe, pero no me había parado a pensar en las consecuencias de ello. 

Ya uno se había percatado de que parte de los desechos se queman, y por ello ves pequeñas hogueras de vez en cuando en medio de la calle, pero por ejemplo el tema de los baños, no me había parado a reflexionar… (si alguien está comiendo, que deje la lectura para otro momento)… el tema es que por lo visto aquí se lleva el pozo negro (fosa aséptica), en aquellas edificaciones supongo un poco más modernas, el cual se llena de vez en cuando. Aquí dentro de nuestro recinto, en los baños del College, me han comentado que viene un camión, mete mangerazo, y a vaciar, y así hasta la siguiente vez… sé que es un tanto escatológico pero hay que hablar de todo (no va a ser todo viajecitos y paisajes idílicos). 

En las calles, lo único que te encuentras son unas profundas canalizaciones, cerca de los caminos nuevos y la carretera principal, porque en la época de lluvia cae muchísima agua y si no inundaría las vías. Como anécdota curiosa, mientras no es época de lluvia, puede darse el caso de pasear tranquilamente, y encontrarte dentro de estas canalizaciones, en alguna zona un poco más reservada (como debajo de un puentecillo) a algún hombre en plena ejecución, “dando lo mejor de sí mismo”, y acto seguido subiéndose los pantalones… así que ya sabemos para qué más sirven esas canalizaciones.


Hablando de algo un poco más profesional, que es a lo que he venido, varias cosillas respecto a las clases:

-        Detalle que me ha sorprendido (quizá para generaciones anteriores a la mía no sea algo tan novedoso), es el tema de limpiar la pizarra. Llego un día a la clase por la noche, donde la mayoría son de mi edad o mayores, y uno de los profesores del colegio de primaria me estaba limpiando la pizarra. Le dije que muchas gracias pero que no era necesario, y me dijo que aquí era normal. Por lo visto es más normal en los colegios, como símbolo de respeto al profesor (aquí las manzanas no se estilan) y que como a él se lo hacen sus alumnos, él también lo hacía conmigo. Como broma, se lo comenté a los del grupo de la mañana, y les pregunté que si ellos no me tenían respeto, jajajaja, me reí en cuanto lo dije, pero no sé si se lo tomaron en serio, porque desde aquel día a veces limpian la pizarra, aunque les he repetido que no hace falta (controlaré más mis bromas en inglés, aunque creo que sí lo entendieron).

-        Otro caso ha sido el de aumentar el número de fotocopias. Anteriormente, cuando daba algunas copias en papel con las presentaciones de clase, lo hacía para reducir el número de hojas (y así tenían que hacer menos fotocopias). Algunos alumnos me han pedido que aunque sean más copias  que quieren la letra más grande. Ante esta propuesta, dos alumnos de por la noche (los que también estudian por la mañana y no tienen mucho dinero) pusieron una cara de terror, así que decidí llegar a un acuerdo con toda la clase. Fue bien, y ahora los que trabajan se harán sus fotocopias y puedo darles otras copias directamente a los que no tienen muchos recursos sin ningún reparo (hablando se entiende la gente).

-     Para concluir el tema académico, se avecinan los exámenes de recuperación, y sólo quiero destacar la tontería de hacer los exámenes de recuperación tan sólo a los que han sacado menos de un 2 (se supone que el resto pueden compensar con otras asignaturas), pero además en menos de un mes respecto al otro examen. Que digo yo, que si han sacado menos de un 2, generalmente porque prácticamente ni escriben en el examen, no creo que vaya a cambiar demasiado la cosa, y los que han sacado un 2.5 lo tienen chungo para compensar con otras asignaturas y se tendrán que matricular al año siguiente de nuevo. Veremos el resultado, pero no creo que difiera mucho respecto a las notas anteriores.


Otro detalle curioso que ha acontecido en estos días ha sido la ausencia de azúcar. Sí, sí, así tal cual, no hay casi azúcar, bueno, puntualizo, no hay azúcar para los habitantes de Etiopía. Explico un poco más el hecho para que se vea la absurdez: Etiopía tiene una gran producción de azúcar, tanto que es un producto que exportan. Lo curioso es que el azúcar que se consume aquí en parte es importado. Ahora, han cerrado las importaciones, pero se sigue exportando prácticamente todo el azúcar que se produce. Conclusión, hay mucho azúcar, pero no para la gente de aquí. Por lo visto esto pasa de vez en cuando, el año pasado también pasó, pero cuando ocurrió hace unos años estuvieron 6 meses sin azúcar prácticamente, y la que se encontraba a precios desorbitados, que sólo los ricos pueden permitírselo (y teniendo en cuenta que aquí toman el azúcar como si fuera agua, con el café y con el té sobre todo, pero muy altas cantidades, podemos considerarlo un bien básico). Cuando me lo contaba uno de los profesores me decía que no podían preparar el té con sal, así que como no hay azúcar, en la cafetería del College no hay té (vamos que no tienes opción de tomártelo sin azúcar). El café con sal lo utilizan a veces como remedio para el dolor de cabeza (no necesariamente para la resaca, como alguien estará pensando), y por lo visto en los poblados es algo más común, pues no disponen de azúcar habitualmente, pero hasta que no sea imprescindible creo que seguirán esperando. 

Lo que también había visto antes por la calle (que creo que no lo he comentado), es gente vendiendo trozos de caña de azúcar. La llevan en una carretilla, le pides un cacho, te lo corta y a chupar directamente. Últimamente no he visto muchos por la calle, pero me fijaré si siguen vendiéndolo ahora. 

Me pregunto, qué pasaría si en España o cualquier otro país desarrollado faltara un bien básico ¿qué haríamos? ¿manifestarnos? ¿ir a los países cercanos e importarlo o hacer contrabando? Normalmente no nos enfrentamos a este tipo de problema, siempre hay de todo, más caro o más barato, pero ahí está. 

Detalle importante en esta situación es que como gesto de “buena fe” (pues el gobierno ha sido el que ha tomado esta decisión por cuestiones económicas), el gobierno ha comprado parte de la producción para gestionarlo, pero está completamente prohibido venderlo luego, sólo para uso personal (creo que 2 Kg por familia). He de decir que a nivel práctico no se está llevando muy bien el tema, pues por lo visto hay que escribir una carta para solicitarlo (al menos si eres una entidad grande), y las hermanas ya llevan escritas tres, pues parece que se extravían o algo así, y aun no han recibido respuesta. Las hermanas tienen aún una pequeña reserva, pero no como para ofrecer a todo la gente que viene a estudiar aquí. Por su parte, en el orfanato de Meki, nos han comentado que lo han solicitado de manera reiterada (pues son 35 niños los que viven allí) y han pasado un poco de ellos. Ya comentaré si hay consecuencias importantes al respecto.


Cambiando de tercio, Audrey (la voluntaria canadiense) ya se ha ido, y la echaremos mucho de menos, pero en estos días ha venido una voluntaria nueva, por tres semanas. Es de origen argelino, criada en Francia, pero lleva casi toda su vida en Italia. Tiene 65 años y no habla prácticamente inglés, así que esto me está sirviendo para ejercitar un poco mi francés, que lo tengo un poco oxidado (en unos meses he perdido mucho). Esta mujer, me ha contado que estuvo muy enferma, a punto de morir, y estuvo un año en silla de ruedas. Ahora, tiene mucha ilusión por la vida, y aunque no puede hacer muchas tareas físicas aquí, como he dicho anteriormente, cada uno aporta lo que puede, y creo que parte de la labor de ella, va a ser mostrar y compartir las fotos que está haciendo y transmitir lo que ha visto aquí, para que la gente compruebe que realmente se hacen cosas, que es posible ayudar, que la gente lo pasa mal pero sale adelante y que tienen motivaciones. Evidentemente, aquí estamos en unas condiciones excelentes, no en todos los sitios es así, pero desde luego, los proyectos de desarrollo quizá son más asequibles para la mayoría de la gente (aunque mejor si hablan inglés), que un proyecto de emergencia, en el que sinceramente, creo que yo no sería capaz de trabajar. Ese sí es un trabajo duro y creo que hay que ser muy valiente y tener una gran capacidad de asimilar situaciones difíciles y supongo que comerte los sentimientos en muchas ocasiones.


Para terminar, tuvimos de nuevo Lem-Lem el fin de semana pasado. Recuerdo que Lem-Lem es la entrega de un paquete especial a los niños apadrinados, esta vez con la ocasión de la Pascua, que por cierto aquí es la fiesta más grande para los cristianos. Se les repartió como otras veces, cuadernos, bolígrafos y lápices, jabón, y esta vez maíz y un juguete. 20 Kg de maíz a cada uno, que intenté ayudar a cargar hasta la puerta, donde espero que sus padres o alguien con más fuerza pudiera transportarlo (yo desde luego no soy tan capacitado como ellos y terminé reventado). Pero por mucho maíz que tengan, lo que más ilusión les hizo a los niños fue el juguete, camiones para los niños y muñeca para las niñas. Tras ese día, he visto a varios niños con los juguetes por la calle y se los ve contentos con su regalito. Aquí no es muy normal tener juguetes, y de hecho me han comentado que incluso a las chicas mayores les hace ilusión tener una muñeca pues nunca disfrutaron de una de pequeñas.

Los juguetes que se repartieron eran nuevos, supongo que donados por la misma empresa que los hace, o comprados por las monjas o por algún donante, pero hay algunas campañas para recolectar juguetes, sobre todo en Navidades, y creo que es una opción muy sencilla y que puede hacer sonreír a muchos niños que normalmente no los tienen.  Como referencia puedo decir que he visto cajas de “Un juguete, una ilusión” por aquí, así que confirmo que llegan, y también confirmo que para ellos:

“un juguete” = “una ilusión”

viernes, 6 de abril de 2012

06/04/2012 || Donde comen 2, comen 3, y donde entran 15, entran 21



La llegada a Etiopía de nuevo fue muy agradable. En el aeropuerto me estaba esperando Kufa, el conductor de las hermanas (el mismo que nos llevo el primer día) y me dio la bienvenida con un abrazo y como es común aquí me preguntó por la familia. Como ya he dicho en numerosas ocasiones aquí son muy cariñosos, y eso que con este hombre no tengo mucha conversación porque yo no hablo el idioma local (mal Diego, mal !!).

La vuelta a Zway también estuvo bien aunque no pudimos llegar a tiempo para la inauguración del dispensario que han hecho en el orfanato de Meki. Hubiera estado genial, por la fiesta, pero como siempre por los 35 peques deseosos de jugar. No llegamos porque recogimos al director de la misión, que le habían operado, pero no fue tan malo pues paramos a comer en un restaurante de carretera, que venía siendo como la típica “tasquilla” española de hace unos años, con comida casera, pero todo un poco “guarrete”, los típicos manteles de plástico (que en España diríamos que eran del “Todo a 100”), y las típicas migas allá donde mires. Aunque se fue la luz a mitad de comida y tuvimos que intuir los platos, el pescado estaba muy bueno… tipo pescaíto frito, pero con el producto local (tilapia).

Llegar de nuevo a la ciudad, ver de nuevo la gente, los burros, las cabras, el mercado, los caminos de tierra, la misión, e incluso las hermanas (jeje) me produjo satisfacción, quizá porque ya lo he identificado como mi hogar por este año.

La vuelta al cole fue dura… no porque no me guste, sino por el curro que supone , en primer lugar, terminar de corregir los exámenes que tenía aquí (pues me fui a España de repente y dejé a mis estudiantes un poco colgados), empezar de nuevo con el programa, seleccionando los libros que usaré, preparando el contenido de las primeras clases y pensar cómo las explico… pero bueno, “chiguer yellem” como dicen aquí, sin problema, despacito, despacito, se van haciendo las cosas, así que a día de hoy más o menos ya voy cogiendo ritmillo.

Mi llegada al College de nuevo trajo los resultados de los exámenes, que los estudiantes esperaban “como agua de Mayo”, y aunque para mí los resultados han sido francamente buenos (no es que lo hayan hecho genial pero me esperaba peores notas), ellos se esperaban más. ¡Claro!, esto casi siempre pasa… yo he estado tanto tiempo en el otro lado esperando más nota para recibir incluso un “No tienes ni idea” como comentario al 0 que me pusieron en la corrección de un examen (es verídico, Tratamiento Digital de Señales… tampoco hacía falta ser cruel, pero a algunos profesores creo que les gusta). En resumen, que no ha estado tan mal la cosa, y estoy bastante satisfecho con los resultados, y ahora sé que les puedo apretar un poquito más, jejeje, que seguro que me responden bien.


Aparte del trabajo, esta semana conocí a unas voluntarias austriacas que trabajan con los hermanos. Las había visto antes un par de veces en la misa, pero como he dejado de ir hace mucho pues no había contactado con ellas nunca. Son bastante simpáticas, y una de ellas habla español. Aunque habla “por los codos” es agradable y habla muy bien amhárico, así que puede que nos eche una mano a los que somos un poco más novatos. Fuimos las dos voluntarias de aquí, ellas y yo a un restaurante, al que llegamos en “gari”, por fin lo pruebo (es un carromato de madera que parece que se va a resquebrajar tirado por un caballo, y aunque es para tres, entramos 4 más el conductor entre mis piernas, que es un niño, por cierto). En la cena quedamos en ir a al lago Langano todos juntos pues es la última semana de la voluntaria canadiense (Audrey) y así puede disfrutar de ello antes de partir. Cuando ya se hizo un poquito tarde, volvimos en “bayach” (moto con asientos cubiertos por una estructura metálica, o lo que para la mayoría es un tuk-tuk), compartiéndolo con una mujer que ya estaba dentro (la capacidad suele ser de 3 atrás y como mucho uno adelante con el conductor… y sólo nos pasamos en uno… no es demasiado).

A los pocos días tuvimos una baja en la planificación del viaje, la voluntaria americana empezó a sentirse mal, con fiebre de caballo, y temían que fuera malaria (pero toma medicación para ello así que ella lo descartó) y terminó siendo tifus o eso le dijeron (sí, aun estando vacunado te puede pasar, aunque sólo con síntomas de fiebre y ganas de morir por uno o dos días). Se le pasó con medicación, en un par de días pero siguió sintiéndose cansada unos días más. El contagio por lo visto puede ser por el agua, o algo que hayas comido, así que casi tengo que dar gracias porque en casi 4 meses estoy como una rosa.


Finalmente, decidimos ir a Langano el sábado 30 y fuimos tan sólo 3, la chica austriaca que habla mucho y amhárico (Julia), la canadiense que es la que si no va ya no tiene oportunidad (Audrey), y yo que “me apunto a un bombardeo”. El tema lago no lo voy a tratar mucho porque viene siendo similar a la otra vez que estuve con las hermanas y los peques, pero la novedad es que por fin usé el transporte público. 

Para ir fuimos en un bus normal que salía de la “estación de autobuses de Zway” (lo pongo entre comillas porque es una explanada con autobuses, pero hace su función, así que bien). Allí el horario viene marcado por cuándo se llena el bus. Por lo visto esta vez no fue muy dramático, porque puedes estar esperando hasta una hora en el bus hasta que se llene, pero cuando estaba a más de la mitad, salimos y dimos media vuelta para recoger a más gente. Por supuesto, tres blanquitos con una pinta de turistas (gorra, gafas de sol ellas, bermudas…) llamaba fervientemente a la venta ambulante de chicles, pañuelos de papel y galletas, que es lo que suelen ofrecer los chavales que van con la bandejita sujeta con una cuerda al cuello. Tras nuestra negativa a comprar se quedaron ahí, por si acaso, pero Julia les empezó a preguntar cosas y a explicarles por qué no vamos a comprar, que somos voluntarios y no ganamos dinero, etc, etc y finalmente el contacto con los vendedores fue agradable. El viaje transcurrió sin problemas y los autobuses aunque un poco viejos son lo suficientemente acogedores, y mientras no te estreses al ver cómo se desarrolla la conducción (yo dejé de preocuparme a partir del segundo día porque si no te da un ataque) no hay problema. 

Llegamos a nuestro desvío en la carretera principal, nos bajamos del bus, y como más o menos esperábamos no había “gari” o “bayach” así que tocaba caminar casi 2 Km para llegar a la entrada del resort. Por supuesto, no solos. Fue bajar del autobús y teníamos un grupo de niños pidiendo dinero (los pequeños) y queriendo vendernos figuras hechas de madera (los mayores). A estos también hubo que explicarlos lo de “somos voluntarios y estamos más pelados que uno de esos gatos egipcios”, y más o menos entendieron la idea, aunque como no podía ser de otra manera pidieron dinero al final del trayecto. Dos cosillas pasaron; una que no fue agradable, ver cómo los niños mayores pegaban con un palo a los pequeños para que nos dejaran de pedir dinero porque ellos estaban intentando hacer negocio… entre ellos es normal, pero para nosotros es una acción muy violenta, y no es que fuera un palo grande y duro, era como de bambú pero seguro que hacía daño porque uno de los niños terminó en el suelo llorando. El otro tema fue que en vez de ir por la carretera que ya conocía, ellos nos llevaron atajando por los caminos normales, pasando cerca de algunas de sus chozas. Fue un gesto bonito (aunque todos sabemos cuál era el objetivo) y la verdad es que caminar por allí, aunque el paisaje parezca todo igual, es muy agradable, muy apacible, muy salvaje; rodeados de silencio y grandes extensiones de tierra, tan solo limitado por las montañas que cierran el valle del Rift; completamente  lleno de tierra y polvo y salpicado con algunos arbustos y árboles que son como acacias pero con la hoja más pequeña y todos llenos de pinchos; cruzándonos con la gente que se mueve de una aldea a otra  transportando pesadas cargas en la cabeza (esta vez eran hombres), viendo como los niños juegan tranquilamente junto a sus casas mientras las cabras retozan en la arena a la sombra o los cabritillos maman desesperadamente mientras mueven sus colitas mostrando el regustillo que les da. Al final del camino, el gran lago Langano. Todos esbozamos una sonrisa al ver que efectivamente hemos llegado antes de lo esperado y casi degustando nuestro momento turista, que a veces tampoco está mal.


Una vez allí bajamos a la playa y pasamos un rato tranquilo, tomando el sol, entrando en el agua cuidadosamente por las piedras (que no son cantos rodados precisamente), y esta vez por la tarde incluso cogimos una barquita de remos durante 20 minutos, en los que obviamente no hicimos mucho, pero bueno, disfrutamos del momento. Voy a destacar un detalle que en España sería algo impensable: en el agua hay una de esas plataformas con tobogán y trampolín, como las que puede haber en ciertas playas, situadas en zonas más o menos profundas. Aquí era similar excepto por la parte de “en una zona profunda”, lo cual trae consigo la ventaja que aunque alguien no sepa nadar bien puede disfrutar de ello, pero por el contrario el riesgo de “te puedes quedar clavado en el fondo”. Añadido la enorme bola metálica que sujeta la plataforma y que obviamente te puedes encontrar mientras caminas de un lado para otro en la marrón y opaca agua… bueno, que quizá yo sea demasiado cuidadoso, o me estoy haciendo mayor y precavido, no sé, pero hay cosas que creo que podrían mejorarse.


Aparte del momento Langano lo interesante fue también la vuelta, pues no queríamos tener que ir andando de nuevo hasta la carretera principal, así que pensamos en decirle a algún turista que nos acercara hasta la carretera en coche. Tuvimos suerte y nos encontramos con una adorable familia americana (papá, mamá y dos niñas), que al principio como eran de raza negra pensamos que eran de allí, pero resultó que su marcado acento americano no era por casualidad. Fue curioso, pues en los menos de 10 minutos que duró el trayecto con ellos, la madre nos explicó que habían vivido en Montreal (donde vive Audrey) y posteriormente en Perú, con lo cual hablaba español perfectamente, y llevaban dos años en Addis. Fue una grata coincidencia, estuvimos hablando español un rato, y ella muy contenta de poder practicar; tanto, que nos dio su teléfono para quedar a cenar alguna vez si vamos a Addis. Una cosa que no me hizo mucha gracia fue que al salir del resort y al llegar a la carretera el marido repartió monedas, y todos los niños fueron corriendo casi pegándose entre ellos para cogerlas. Como siempre digo, dentro de querer darles dinero, me parece más constructivo que compres lo que venden (las figuras hechas de madera clara representando sus chozas son muy bonitas) a darles en plan mendigo, pero bueno, quizá ellos piensen que yo soy un tacaño por no darles nada… a largo plazo creo que no les ayuda demasiado esa forma de actuar.

El momento etíope vino a continuación, cuando junto a la carretera debíamos parar algún bus que fuera en nuestra dirección para volver a casa. Rodeados de niños y de no tan niños,  unos espabilados nos pidieron si les podíamos dar o cargar la batería de una cámara de fotos que a saber de dónde la habían sacado. Luego vino otro, que quiso gestionarnos el tema del bus sin pedírselo y en ese momento… pasó un minibús (que iba hasta los topes pero para “faranjis” suelen parar) y el pequeño gestor me intentó “ayudar” cuando corríamos hacia el bus con un sospechoso gesto de “yo te llevo la mochila”, al que por supuesto respondí con un claro gesto de “no gracias, ya puedo yo solo”. Tras negociaciones con los del minibús (que nos querían cobrar 50 birr por un viaje de 20 - 25 birr) pagamos 20 birr gracias a la intervención en amhárico de Julia y nos hacinamos como pudimos en aquel vehículo…

… ¿Cuántas personas pueden entrar en una furgoneta de 15 personas? La respuesta son 21, no cómodamente, pero sí respirando y realizando las funciones básicas (una de ellas no es ponerse el cinturón, como se puede uno imaginar) ...

… el niño gestor seguía por ahí rondando, en plan pesado, y se quedó junto al conductor metiendo la bola de que nos había ayudado a venir desde el resort, que nos había conseguido el bus, y que no le queríamos pagar (lo último era cierto), así que al final le dieron unas monedas para que nos dejara en paz y marchamos. Luego me preguntaron que si era cierto lo que decía, y todos se rieron por la situación cuando les dije que acaba de llegar, y mientras me decían, ahora está bien, ¡relájate! (todo esto con la rodilla prácticamente en la cara).


En el fondo el viajecillo no estuvo mal, pero justo antes de llegar a Zway otro minibús nos adelantó y les preguntaron si tenían espacio. Como lo tenían, paramos y nos cambiamos de bus porque por lo visto se habían hecho señales de que había policía más adelante, y pagamos 10 birr adicionales por los tres. Efectivamente vimos a la policía unos metros más adelante, y de hecho pararon al bus en el que habíamos subido previamente. ¡Menos mal que nos cambiamos! En este segundo bus también intentaron entablar conversación, pero mi limitado amhárico me impidió relacionarme más.


Me siento muy decepcionado conmigo mismo por no aprender más el idioma local. En mi día a día no es tan necesario, pero en el momento en el que te mueves un poco puede resultar imprescindible, para tu subsistencia o al menos para tu economía… Propósito de año nuevo que no hice, aprender suficiente como para tener una conversación simple (espero poder cumplirlo).



En estos días pasados también he estado hablando con algunos de los profesores, y un día sacamos conversaciones político-económicas y están son algunas ideas a resaltar:

-         No creo que ellos hablen con cualquiera del tema, pero conmigo que no estoy de paso, sin problema trataron asuntos políticos.

-         En las votaciones, el control de los votos no es tan amenazante como yo pensaba. No es que haya alguien que te presione o te amenace para votar un partido, más bien es que si no sabes a quién votar te indican a cuál debes (la típica viejecita que viene del poblado y no sabe ni leer), o bien, una vez que votas si no les conviene el resultado sacan tu papeleta y meten otra. El resultado es el mismo - todos los votos son para un partido - pero menos “violento” de lo que pensaba.

-         La inflación que hay en el país que aumenta cada año es algo probablemente controlado y deseado por el gobierno. Ellos ven la situación así: el país tiene gran producción de ciertos productos, por ejemplo, uno de los alimentos básicos y diarios que es con lo que se hace la injera. Pero, es más interesante exportarlo que consumirlo dentro del país, pues ofrece doble beneficio: trae dinero externo al país, pero hace que los precios dentro del país aumenten, lo que ayuda a incrementar la inflación y aunque la gente lo pase mal, esa situación se vende a los países como que “seguimos siendo muy pobres y no salimos de esta pobreza”, con lo cual rebajan la deuda externa de Etiopía. Como yo no soy un experto en economía (por favor alguien que entienda estas cosas que me rectifique con algún comentario a esta entrada) no sé si es tal cual así, pero es la sensación que tienen ellos: se está haciendo crecer en cierta manera al país, pero a costa del sufrimiento y la situación precaria de los habitantes.


Esto me da pena, pues tienen un importante sentimiento de indefensión. Al igual que en España con la crisis, los que peor lo pasan no son los que tienen trabajo y no se pueden permitir unas boyantes vacaciones, o aquí los trabajadores que ahora sólo pueden comprar algo de ropa cada 3 meses en vez de cada mes. Los que lo pasan mal son esos que van tan justos de dinero que cualquier cambio en los precios hace que pasen de comer poco a comer casi nada, o de ser independientes a ser dependientes de la ayuda de las instituciones caritativas.

La cara agradable de esto es que también me dijeron que aquí todo el mundo es muy consciente de esto, y generalmente la gente que tiene más recursos tiene gestos como hacer más comida o cena de la habitual y compartirla con aquellos vecinos o conocidos que se sabe que necesitan de ayuda extra. Entre ellos colaboran y se apoyan para superar el bache que, más que bache, parece toda una montaña rusa donde la cuesta es larga y empinada y para algunos termina siendo una vida larga y plena, si consiguen salir de esa situación, tener un trabajo digno y poder ayudar a su familia; o puede verse como una caída en picado hacia no se sabe muy bien dónde, o no quiero imaginarme dónde.


Como no me gusta terminar con algo negativo, noticia, noticia: desde que estoy aquí, todas las noches ha llovido (en plan torrencial y con tormenta, nada de cuatro gotas), así que en general están contentos, porque es algo positivo, aunque con frío. Vienen a clase con abrigo y bufanda, aunque puedo asegurar que yo voy sólo con una camisa y no tengo frío… para ellos soy un “chicarrón del norte” (respecto al Ecuador), y es que para mí 15-20ºC no es demasiado frío.